Humberto Maturana: La biología del conocimiento
Todo hacer es conocer y todo conocer
es hacer.
Todo lo dicho es dicho por alguien. Humberto Maturana y Francisco Varela, El árbol del conocimiento.
Las
especulaciones del capítulo anterior sobre el conocimiento toman una forma
radical en las explicaciones científicas de Humberto Maturana, biólogo
chileno que desde fines de la década del 60 aporta una nueva concepción
–revolucionaria- del fenómeno del conocimiento a partir de la interpretación
de ciertos procesos neurobiológicos, como la percepción visual.
Si nos referimos
al pensamiento de Maturana no es sólo por la importancia que el mismo tiene
en la ciencia contemporánea por sus aportes a la teoría de los sistemas, la
comprensión de la organización de los seres vivos y de la biología del
conocimiento, sino sobre todo porque el modelo psicológico propuesto por
Vittorio Guidano está plenamente consustanciado, en sus aspectos
epistemológicos, con las propuestas de este autor, por lo que será más fácil
para el lector comprender el pensamiento de Guidano si tiene en conocimiento,
aunque más no sea somero, de aquellas propuestas.
Si bien Guidano
construye gran parte de su teoría inspirándose en pensadores de la talla de
Karl Popper y Friedrich Hayek, y conoce más tardíamente la obra de Maturana –
lo cita recién en su último libro The
self in process, publicado en 1991- reconoce que la lectura de Maturana
le ha permitido, en los últimos años, articular las premisas epistemológicas
de su modelo mediante una conceptualización más precisa: basándose en
hipótesis formuladas científicamente en vez de en premisas filosóficas.
1.
Habíamos dicho
que la propuesta de Maturana es de orden radical. Se comprenderá rápidamente
esta calificación si se tiene en cuenta la hipótesis central de su sistema de
pensamiento: al proponer "el camino explicativo de la objetividad entre
paréntesis" como alternativa al tradicional "camino explicativo de
la objetividad" se afirma que no
nos es posible hacer referencia a nada externo a nosotros para convalidar
nuestras explicaciones y, de esta manera, se niega taxativamente la
posibilidad de la objetividad, principio sobre el cual se ha basado siempre,
"orgullosamente", la ciencia.
Veamos cuál es
el camino que recorre Maturana para llegar a afirmar la imposibilidad de la
objetividad.
Mientras se
desempeña como investigador en el campo de la neurofisiología de la visión de
colores se encuentra con que no puede avanzar en sus investigaciones al no
encontrar correlaciones entre los aspectos del mundo exterior expresados en
términos físicos –energías espectrales, longitudes de onda, etc. –y los
colores percibidos. Es decir que, en ese momento, y siguiendo el camino
explicativo en la objetividad, Maturana intentaba encontrar correlaciones
entre la actividad del sistema nervioso y los objetos externos a él.
Es entonces
cuando llega a la conclusión de que no es posible encontrar las correlaciones
buscadas debido a que el sistema
nervioso opera como una red cerrada.
Vivimos con la
certeza de que el color es una cualidad intrínseca de los objetos, de que el
color que vemos depende de la luz que de ellos se refleja; es decir que si
veo verde es porque a mis ojos llega luz verde, o sea luz de una cierta
longitud de onda que "objetivamente" corresponde al color verde.
Sin embargo, es posible probar (cf. Humberto Maturana y F. Varela,1984: 8 –
10), que nuestra experiencia de los colore es independiente de la composición
en longitudes de onda de la luz proveniente de los objetos que miramos.
El que
experimentemos un determinado color depende de una configuración específica
de estados de actividad en nuestro sistema nervioso, la que está determinada
por la estructura de nuestro sistema nervioso y no por la longitud de onda de
la luz proveniente del objeto que miramos. 2)
Maturana puede
probar que el mismo estado de actividad neuronal (por ejemplo, el que se da
al ver una determinada tonalidad de verde) puede ser disparado por una
variedad de perturbaciones luminosas distintas y, lo que es mucho más
importante, que es posible correlacionar esos estados de actividad con el
nombrar colores pero no con longitudes de onda (H. Maturana y F. Varela,
1984: 7 – 10).
Decir que el
color que vemos no se correlaciona con la longitud de onda proveniente del
objeto y que sí se correlaciona con el nombre que damos al color implica
aceptar que el sistema nervioso opera como una red cerrada de relaciones y
que, por lo tanto, opera en correlaciones internas y no captando dimensiones
del mundo físico externo.
Si aceptamos las
afirmaciones anteriores debemos aceptar también que no podemos referirnos a
nada externo a nosotros para validar nuestras explicaciones y, entonces, de
acuerdo con Maturana, pondremos la objetividad entre paréntesis.
A la pregunta
acerca de si su propuesta no implica solipsismo, Maturana responde que no
pretende hacer una metafísica ni discutir los distintos enfoques de tal
disciplina –tanto el realismo metafísico como el idealismo son afirmaciones
sobre la realidad –sino que, como biólogo, pretende construir una teoría
científica explicativa del conocer que implica una teoría explicativa del
observador que responde a las preguntas necesarias acerca de las habilidades
cognoscitivas de ese observador.
Nuestra
tradición cultural, señala Maturana, nos lleva a preguntarnos qué son las
cosas, y buscamos por respuesta desde "el camino explicativo de la
objetividad sin paréntesis" una descripción que dé cuenta del "ser
de la cosa en sí misma" independientemente del observador y de las
operaciones del observador al observar la cosa.
En cambio, desde
el "camino explicativo de la objetividad entre paréntesis" la
pregunta sobre el "ser" de la cosa cambia por la siguiente: ¿qué
criterio usa el observador para afirmar que una cosa es lo que él dice que
es? Es decir que desde esta última perspectiva las preguntas están referidas
al observador y no a la realidad externa a él, y centradas en las operaciones
y procesos del observador en el acto del conocer. En particular: ¿cómo es que
puedo como observador hacer las afirmaciones que hago?, ¿cómo es que puedo
operar mi operar como observador? (H. Maturana, 1990b)
2.
Volver la mirada
sobre las capacidades cognoscitivas del observador implica poner la vista en
el dominio de la biología. Son los organismos 3) los que conocen y cuando se
altera su biología se alteran también sus capacidades cognoscitivas.
El conocimiento
es algo que ocurre en los organismos, es una experiencia. Al estudiar cómo
ocurre esa experiencia Maturana encuentra una característica del
conocimiento, común a todos los organismos, que reforzará aún más su
argumentación acerca de la imposibilidad de la objetividad: "...los
seres humanos, los seres vivos en general, no podemos distinguir en la
experiencia entre lo que llamamos ilusión y percepción como afirmaciones
cognitivas de la realidad [...] Ilusión y error son calificativos que
desvalorizan una experiencia a
posteriori con referencia a otra experiencia que se acepta como
válida" (Humberto Maturana, 1990b: 42).
Por ejemplo: la
muchacha que ve ir hacia ella a Pablo, el joven de quien se siente enamorada,
tiene una experiencia emocional y una dinámica fisiológica concomitante –que
corresponde a su experiencia real de ver a Pablo –independientemente de que
un segundo después se dé cuenta de que cometió un error, tuvo una ilusión, y
el muchacho que se acercaba a ella no era Pablo sino otro. Aquella emoción y
aquella dinámica fisiológica, es decir, aquella experiencia, en el momento de
ocurrir fueron la experiencia real de ver a la persona amada; el error, la
ilusión es siempre a posteriori, es otra experiencia.
¿Cómo podría un
ser que no puede, en la experiencia, diferenciar entre ilusión y percepción
hacer referencia a algo externo a él mismo para validar sus explicaciones?
3. ¿QUÉ ES
EXPLICAR? LAS EXPLICACIONES CIENTÍFICAS.
Desdeñar la
objetividad al negar la posibilidad de apoyarnos en la realidad como factor
de validación de nuestras explicaciones parece, a simple vista, lo mismo que
negar la posibilidad del conocimiento científico. Sin embargo, para Maturana
la objetividad no es una condición de la ciencia:
...la
ciencia y la validez de las explicaciones científicas no se constituyen ni se
fundan en la referencia a una realidad independiente que se pueda controlar
sino en la construcción de un mundo de acciones conmensurables con nuestro
vivir.
Humberto
Maturana, 1990b: 51.
Según este
autor, la tarea del científico es mostrar cómo surgen los fenómenos, 4) es
decir que es una tarea explicativa, no predictiva de sucesos por ocurrir
(Maturana, 1993;84).
Lo que la
ciencia hace es explicar; se trata, entonces, de seguir un criterio de
validación de las explicaciones científicas que no requiera del postulado de
la objetividad.
Pero veamos
antes qué entiende Maturana por "explicar", ya que no todas las
explicaciones son explicaciones científicas:
Una
explicación es la proposición de un mecanismo generativo o proceso que si se
lo deja operar da origen, como resultado de su operación a la experiencia a
explicar y que es aceptada como tal por un observador.
Humberto
Maturana, 1993. 5)
Especifica
también Maturana que:
En
el momento en que una reformulación de la experiencia es aceptada como
reformulación de la experiencia, se constituye en explicación para el que la
acepta.
Humberto
Maturana, 1990b:39.
Siempre
explicamos nuestra propia experiencia, nunca la realidad externa, siempre
explicamos una experiencia con otra u otras experiencias. Es decir, usamos la
práxis del vivir (fenómenos) para explicar la práxis del vivir (fenómenos), y
la explicación es en sí misma un proceso en la práxis del vivir, dicho en
otras palabras, un fenómeno que, al ocurrir, no reemplaza aquello que explica
(cf. Maturana, 1993: 233)
Habíamos dicho
que no todas las experiencias son explicaciones científicas; cuando una mamá
le explica a su hijo de tres años que su hermanito será traído de París por
una cigüeña y el niño acepta esta explicación, la misma es, según el anterior
criterio, una explicación válida para el niño, pero no una explicación
científica.
De acuerdo con
Maturana, para que un fenómeno se considere científicamente explicado deben
cumplirse cuatro condiciones:
1.
Descripción o presentación de lo que
un observador debe hacer para tener la experiencia a explicar.
2.
Proposición de un mecanismo
generativo que si se lo deja operar, el observador tiene la experiencia a
explicar. El mecanismo generativo pertenece al dominio experiencial del
observador.
3.
Deducción a partir de todas las
coherencias operacionales (o más bien dicho, experienciales) del observador
implicitas en 2.., de otras experiencias que el observador podría tener y de
lo que el observador debería hacer para tenerlas.
4.
Realización de las experiencias
deducidas en 3.
Si estas cuatro condiciones se satisfacen coherentemente
en el dominio experiencial del observador, el punto 2 pasa a ser una
explicación científica.
Humberto Maturana, 1990a: 41-42
4. ORGANIZACIÓN
Y ESTRUCTURA.
Conocer los
conceptos de organización y estructura tal como son concebidos en la teoría
de Maturana es particularmente relevante para una mejor aprehensión de las
construcciones teóricas de Vittorio Guidano y una más clara comprensión de
los objetivos, alcances y límites de la terapia posracionalista que él
propone.
Al observar distinguimos unidades que quedan definidas por
nuestra distinción como unidades o totalidades. Estas unidades o totalidades
que distinguimos mediante nuestra operación de distinción son de dos tipos :
simples y compuestas.
Cuando distinguimos una unidad simple nos referimos a ella
como algo sobre lo cual no vamos a aplicar nuevas operaciones de distinción
que impliquen una descomposición en elementos constitutivos de esa unidad, y
esta unidad que hemos distinguido como una unidad simple es una unidad que
queda caracterizada por las propiedades que constituimos en nuestra operación
de distinción. Por ejemplo, cuando una persona enojada arroja a otra un reloj
despertador con intención de golpearla está haciendo una operación de
distinción donde el reloj queda distinguido como una unidad simple y
caracterizado con las propiedades de un proyectil.
Cuando distinguimos unidades compuestas realizamos dos
operaciones consecutivas: en la primera distinguimos la unidad como una
totalidad, como una unidad simple, y en la segunda hacemos distinciones que
la descomponen en sus elementos constitutivos intentando responder a la
pregunta: ¿cómo está hecha esta unidad?, ¿cómo está constituida? Siguiendo
con el ejemplo, esto último es lo que haría la misma persona si distingue el
reloj como una máquina que tiene la propiedad de mover sus agujas con un
cierto ritmo y luego lo abre para ver cómo está constituido y cómo funciona.
Y si realizamos en una unidad estas dos operaciones de
distinción, por las cuales se distingue la totalidad y se descompone la
unidad, la misma será distinguida por nosotros como una unidad compuesta (H.
Maturana, 1990 a: 113-121).
Queda claro que el que distingamos una unidad simple o
compuesta depende de las operaciones que como observadores llevemos a cabo.
El niño que observa un reloj despertador a cuerda que está
sobre la mesa de luz de sus padres lo distingue en un primer momento como una
unidad simple que está caracterizada como tal por las propiedades que él, en
su operar como observador, distingue. Por ejemplo: algo en lo cual se mueven
unas agujas, hace un ruidito y todas las mañanas anuncia con una campanilla
la hora de levantarse para ir al colegio.
En el momento en que el niño se pregunta cómo está hecho
el reloj está haciendo otro tipo de operación como observador, y con su
distinción está descomponiendo al reloj en sus elementos (de más está decir
que éste es el momento en que el reloj deja de ser un despertador a cuerda
para pasar a ser montón de piezas sueltas), por lo que podemos afirmar que en
tal momento la actividad del niño ha producido un cambio de la organización
del reloj que daba a éste su identidad de clase.
Este ejemplo nos permite entender que si bien en
apariencia los elementos componentes de una unidad compuesta son en sí
mismos, sólo lo son en una determinada relación entre ellos, y esa relación
es la composición de la unidad o totalidad que ellos componen.
De tal manera que cuando descomponemos una unidad en sus
elementos no podemos hacer cualquier descomposición sino sólo aquella que en
la recomposición nos genere nuevamente la unidad compuesta como totalidad con
aquellas propiedades que distinguimos en ella como totalidad y como
resultante de una determinada composición.
Si el niño investigador después de descomponer cinco
relojes a cuerda diferentes, habiendo perdido en el proceso piezas de todos
ellos, es capaz de recomponer con elementos de los distintos relojes uno
nuevo, habrá recompuesto una organización idéntica a la que descompuso, es decir,
una organización que pertenece a la identidad de clase de los relojes
despertadores a cuerda; pero será ésta una unidad compuesta con una misma
organización que los anteriores relojes despertadores a cuerda desarmados por
el niño aunque con una nueva estructura.
Como ya anunciáramos, Maturana señala estas dos
distinciones que podemos hacer al observar una unidad compuesta: organización
y estructura. 6)
Por organización se refiere a la relación entre los
componentes de la unidad compuesta, relación específica que determina la
identidad de clase de la unidad observada. Y se refiere por estructura a los
componentes y las relaciones que constituyen concretamente una unidad
particular, realizando su organización. (ver H. Maturana y F. Varela,
1984:28)
Todos los motores a combustión interna tienen la misma
relación entre sus partes: camisas, pistones, block, biela, cigüeñal, etc...
y esta específica relación entre sus componentes constituye su organización,
la que especifica que esta unidad quede definida como de una cierta clase, la
de los motores a combustión interna. Ahora bien, puede tratarse de un pequeño
motor que impulsa un ciclomotor o del enorme motor de un buque, es decir,
motores con estructuras diferentes (forma y tamaño de sus componentes, los
que también pueden estar construidos con diferentes materiales) pero una
misma organización: una misma configuración de relaciones entre esos
componentes.
Maturana reserva la noción de función para referirse a las
relaciones entre sistemas, mientras que con organización se refiere a las
relaciones entre componentes de un mismo sistema (Maturana, 1990 a).
5.
La organización de una unidad compuesta es siempre una
invariante ya que si cambia la organización cambia también la identidad de
clase de la unidad en cuestión. Los seres vivos mantenemos nuestra
organización durante toda la vida. Por ejemplo, cuando el cachorro que vimos
nacer se transforma en un perro viejo quince años después, pese a que ha
cambiado mucho, no ha cambiado en lo que respecta a su organización; los
múltiples cambios que vimos en él son cambios estructurales, cambios de
estado. Sólo en el momento de morir pierde la organización que lo definía
como perteneciente a la clase de los seres vivos. Al morir se ha desencadenado
en él su desintegración.
La estructura de una unidad compuesta es variable, y es la
que determina qué cambios son posibles para esta unidad compuesta y qué
interacciones específicas desencadenarán estos cambios.
Toda unidad compuesta es, según lo ya dicho, un sistema
estructuralmente determinado: un sistema que opera de acuerdo con su
estructura, según la dinámica de las propiedades de sus componentes.
Si bien la totalidad de un sistema está operacionalmente
constituida por su organización, su operación efectiva es realizada en su
estructura y a través de ésta, ya que cuando un sistema interactúa lo hace a
través de sus componentes. De modo tal que, aunque el dominio de
interacciones del sistema como totalidad está especificado por su organización,
sus interacciones efectivas ocurren a través de sus componentes y es por lo
tanto, la estructura de un sistema la que especifica y determina para este
sistema:
a.
un dominio de cambios estructurales
(cambios de relaciones entre componentes o cambios de propiedades de
componentes) con mantenimiento de la organización, que Maturana llama
"cambios de estado";
b.
un dominio de cambios estructurales
con pérdida (desintegración) de la organización o "cambios
destructivos";
c.
un dominio de interacciones posibles
que desencadenan, en este sistema, cambios de estado o "dominio de
perturbaciones";
d.
un dominio de interacciones que
desencadenan en este sistema cambios destructivos o "dominio de
interacciones desctructivas".
Si tenemos en
cuenta lo expresado en los puntos anteriores, veremos que decir que los
sistemas son estructuralmente determinados implica que todo lo que en ellos
ocurre no está determinado por nada externo a ellos mismos y que, cuando como
observadores vemos algo incidiendo sobre un sistema, no es de hecho este algo
el que provoca el cambio que vemos en el sistema sino que sólo desencadena en
el interior del mismo un cambio estructural previamente determinado en la
configuración estructural del mismo.
Nuestro sentido
común nos hace operar con los sistemas de un modo congruente con estas
premisas: todos sabemos que podemos poner juntos a nuestro perro y a nuestra
gata y que podrán jugar y quererse (son mamíferos), incluso es posible que
ella lo haya amamantado cuando él era cachorro, pero a nadie se le ocurre
que, por más que copulen, la gata quedará preñada.
Es importante
señalar que "la noción de determinismo estructural surge de las
coherencias operacionales de la experiencia del observador, y no es un
supuesto ontológico" (H. Maturana y J. Mpodozis, 1992).
6. LOS SERES
VIVOS COMO SISTEMAS CERRADOS.
Las afirmaciones
de Maturana acerca del funcionamiento de los seres vivos y las consecuencias
que de ellas se extraen son de gran relevancia para nuestra tarea como
terapeutas. Por ello, y sin pretender agotar todos los temas a los que este
autor de refiere, intentaremos aquí revisar los puntos que resultan
esenciales a los fines de nuestra práctica.
Si se acepta
acabadamente que, como afirma Maturana, los organismos somos sistemas
cerrados a la información, se comprenderá mejor lo que quiere decir V.
Guidano cuando sostiene que la función del terapeuta posracionalista es la de
un perturbador estratégicamente orientado.
Lo que
caracteriza a los seres vivos es su organización; hemos visto que es ésta la que
define la identidad de clase del sistema que estamos observando: ¿cuál es,
entonces, esa organización peculiar que caracteriza a todo lo vivo?
Maturana y
Varela (1984:25) llaman "organización auropoiética" a la
organización que define a los seres vivos.
La
característica peculiar de los sistemas vivos es que se producen
continuamente a sí mismos. Lo propio de la organización autopoiética es que
sus componentes están dinámicamente relacionados en una continua red de
interacciones (metabolismo celular) de manera tal que esta red de
interacciones dinámicas: a) produce sus propios componentes; b) establece y
produce el límite o borde dentro el cual se dan esas interacciones, c) en un
mismo y unitario proceso –simultáneo a a) y a b)- se distingue como diferente
de su medio constituyéndose como una unidad autónoma que especifica un
dominio de existencia (Maturana y Varela, 1984:24-28).
Los seres vivos
son unidades autónomas y autoorganizadas que establecen su propia legalidad:
sistemas determinados en su estructura, sistemas dinámicos cerrados.
Los cambios que
observamos en los seres vivos, aunque aparecen ante el observador como
determinados por las entidades independientes que inciden sobre él, son
cambios de estado que están especificados en la legalidad del sistema
autopoiético, es decir son cambios desencadenados por la incidencia del medio
y determinados por la dinámica relacional autopoiética del propio organismo
vivo.
Mientras que las
interacciones que el sistema tiene con el medio son perturbaciones
–interacciones que disparan en él cambios de estado –el organismo conserva su
organización autopoiética y se mantiene vivo en un continuo
"acomplamiento estructural" 7) con el medio. Cuando encuentra
interacciones destructivas se desencadenan en él cambios destructivos, pierde
su organización autopoiética, se desintegra y muere.
Podemos ir
dándonos cuenta de que los seres vivos no operan en un dominio de
interacciones instructivas o, dicho en otras palabras, no operan en un
dominio de interacciones tales que el cambio estructural que se dispare en el
sistema autopoiético sea especificado y determinado por la entidad
independiente con la cual el organismo está interactuando; por el contrario,
los organismos operan en un dominio de interacciones selectivas que están
especificadas siempre, en cada momento, por su estructura presente, la que
determina el dominio de cambios de estado o de cambios destructivos que esas
perturbaciones desencadenan en el interior del sistema (H. Maturana, 1993:67)
Es decir que los
seres vivos no pueden ser instruidos, los organismos son sistemas cerrados a
la información.
Nuevamente
podemos ver que nuestro sentido común nos lleva a operar con los sistemas de
acuerdo con esta premisa.
Todos sabemos
que por más que nos esforcemos, seamos pacientes instructivos y apliquemos
técnicas especializadas, no será posible "enseñar" a nuestro hijo
de cuatro meses a caminar y, entonces, esperamos con resignación hasta
aproximadamente el año para que él "aprenda" a hacerlo.
La noción de
determinismo estructural aplicada al funcionamiento de los organismos implica
innovaciones de peso en la teoría de los sistemas. Los sistemas autopoiéticos
son abiertos a la importación de energía, en lo cual Maturana coincide con
Bertalanffy; pero (lo que es más importante para nuestros intereses
específicos) tales sistemas son cerrados a la información, no pueden ser
instruidos y, por lo tanto, "aunque el sistema autopoiético incluye la
idea de causalidad circular propia de la cibernética, es incompatible con la
noción de control, tan capital en la cibernética, que incluso el término que
designa la disciplina significa timonel, el que dirige" (D. Rodriguez y
M. Arnold, 1990:60).
Teniendo esto en
cuenta será más fácil comprender por qué, siguiendo el pensamiento de
Guidano, los terapeutas posracionalistas evitamos las intervenciones
directivas, "instructivas" en la terapia; y también se entenderá
mejor el significado de lo que decimos al afirmar que no son los contenidos
de las explicaciones del terapeuta los que determinan los cambios que se
operan en el sistema personal del paciente.
2) – "No
vemos el "espacio" del mundo, vivimos nuestro campo visual; no
vemos los "colores" del mundo, vivimos nuestro espacio
cromático" (Humberto Maturana y F. Varela, 1984: 7-10).
3) – Maturana
hace una distinción entre conocer y observar que es ilustrada con gran
claridad en Darío Rodriguez y Marcelo Arnold, 1991:59-60:
"...conocimiento equivale a acción efectiva en un dominio determinado.
Los sistemas vivos son sistemas cognitivos y la vida como proceso es un
proceso de cognición [...]. La observación es un concepto más específico que
el de conocimiento y se encuentra restringido a los seres dotados de lenguaje
[...]. Todo ser vivo conoce cómo vivir, mientras que sólo un observador
dotado de lenguaje puede dar explicaciones, en el lenguaje, acerca del mundo
que genera al hablar de él".
4)"Yo uso
la palabra fenomenología en términos tal vez no estrictamente filosóficos, es
decir, como los filósofos fenomenológicos la usarían. Lo que hago es
referirme a los procesos involucrados en las situaciones en que el observador
distingue conocimiento" (Maturana, 1993: 232).
5) – En este
mismo artículo Maturana desarrolla otro concepto de suma importancia para la
compresión de lo que ocurre en la terapia cognitiva posracionalista: "El
entender tiene lugar cuando el observador puede ubicar la proposición
explicativa que él acepta como una explicación en un contexto más amplio que
le permita relacionara muchos otros fenómenos o experiencias aparentemente
sin relación. Por tanto, entender implica el establecimiento explícito, por
el observador, de relaciones que para él son relaciones novedosas [...].
Entender es una operación que tiene lugar en el dominio de la conciencia del
observador".
6) – Aunque la
totalidad de un sistema está operacionalmente constituida por su organización
(relaciones entre sus componentes que especifican su identidad de clase), su
operación efectiva como totalidad al existir como un todo, es realizada en y
a través de la operación de su estructura (los componentes más las relaciones
entre ellos que realizan un sistema particular), de modo que cuando un
sistema interactúa como una totalidad lo hace a través de sus componentes.
Por consiguiente, aunque el dominio de interacciones y de relaciones de un
sistema como totalidad está determinado por su organización, sus
interacciones efectivas y relaciones, como tales, ocurren a través de la
operación de sus componentes" (Humberto Maturana, 1993).
7) –
"Mientras una unidad no entre en una interacción destructiva con su
medio, nosotros como observadores necesariamente veremos que entre la
estructura del medio y de la unidad hay una compatibilidad o
conmensurabilidad. Mientras esta compatibilidad exista, medio y unidad actúan
como fuentes mutuas de perturbaciones y se gatillarán mutuamente cambios de
estado, proceso continuado que hemos designado con el nombre de acoplamiento estructural " (H.
Maturana y F. Varela, 1984).
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El Concepto del Arte (Descarga)
Queremos compartir un extracto del documento "Funciones de las Artes en la Educación"
"Considerando importante también el planteamiento que en la educación actual están proponiendo las funciones interpretativas del arte (no solo las productivas), los contextos educativos y la cultura escolar permanecen como uno de los principales lugares para proporcionar experiencias significativas a través de esta función cultural y social de las artes, entendida como dinamizadora de los procesos simbólicos que sirven no solo para ordenar la realidad, sino también para modificarla y entenderse en ella. Creer en la educación como espacio de posibilidades es también creer en los procesos educativos vividos por una colectividad que comparte unos símbolos propios y que se reconoce en las manifestaciones resultantes de la transformación simbólica de una misma realidad que nos conecta. En esta situación actual de procesos continuos para la transmisión y la producción cultural, la educación artística debe estar implicada en la construcción y organización del conocimiento, los deseos, los valores y las prácticas sociales (Hernández, 2003)."
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Compartimos el documento de Javier Abad
Usos y funciones de las artes en la educación
y el desarrollo humano
Javier
Abad
FUNCIONES DE LAS ARTES Y EXPERIENCIA HUMANA
Aunque actualmente la justificación de las funciones de las artes
se desarrolla también en el dominio de la estética, la filosofía, la
psicología, la sociología cultural o la antropología, sería preciso señalar que
está construida sobre la apreciación que históricamente las artes han tenido
como formas de expresión, representación y comunicación de los valores y
visiones de la experiencia humana. Las artes se han transformado en el tiempo
para redefinir sus vínculos con las organizaciones sociales, manteniendo
siempre abierto el debate de su relación con la realidad y reelaborando sus
propios códigos de representación a través de símbolos e instrumentos
culturales.
Las mencionadas funciones han discurrido de forma paralela a la
propia historia del pensamiento y del desarrollo humano, decidiéndose en cada época las
estrategias con las cuales representar la experiencia artística. Podemos así reconocer en este proceso
funciones productivas, expresivas, perceptivas, representativas, comunicativas, cognitivas e incluso
trascendentes, etc. Todas ellas han convivido para sustentar actualmente una función cuya
propuesta es eminentemente cultural y social, basada en sistemas simbólicos de relaciones que
interfieren tanto en la experiencia individual como en lo que afecta al
imaginario de una comunidad, y que alcanza su plenitud a través de la experiencia estética.
Las funciones culturales, sociales y simbólicas, que en el pasado
servían como vía de transmisión de imaginarios y de concreción de la experiencia humana, se
desplazan actualmente desde los territorios de las “artes cultas” a los de las “culturas
de masas” o “culturas populares”, para proponer e imponer una revisión urgente
de nuestros presupuestos estéticos y educativos (Aguirre, 2000).
Identificamos de esta manera una función contemporánea de las
artes básicamente integradora y relacional, que pretende conectar con todos los sustratos de la
realidad que compartimos, y no solo como una manifestación superior del espíritu humano. En
definitiva, una función sustentada desde las condiciones necesarias para entender que las
producciones culturales no son privilegio de tan solo unos pocos que producen y reparten la cultura, sino un
derecho de todos y cada uno de los existentes.
Para el desarrollo de esta función social de las artes como
generadora de cambio (aunque no de forma masiva e inmediata), la educación artística puede y debe
ofrecer ámbitos de exploración, reflexión y compromiso, de manera individual y colectiva, que se proyectan
en la búsqueda de una mayor calidad en la relación entre arte y vida.
En este sentido, no podemos olvidar la ampliación de contextos en
los que actualmente la educación
artística está tomando una importante relevancia en su apertura
hacia nuevas formas de implicación y desarrollo profesional de
los agentes educativos a través de las artes, relacionados, por ejemplo, con la
organización del ocio y la dinamización del patrimonio cultural y natural, las aplicaciones
de las artes en el área de la salud y la terapia1,
como recurso en las dinámicas grupales que incentivan la creatividad en
proyectos sociales o empresariales, como estrategia para políticas de
intervención social y desarrollo comunitario a través de gestores culturales o
técnicos de la administración cultural (pública o privada), para el fundamento
y visibilidad de programas de atención e integración social, o incluso como
recurso de innovación en la investigación y desarrollo tecnológico, etc.
Especialmente
en su dimensión social, las artes son implementadas como mediadoras de
participación ciudadana2 en diferentes proyectos que promueven
la creación de redes de apoyo para reforzar el sentido de pertenencia a una
comunidad y reajustar los sistemas de relaciones vitales a nivel familiar,
grupal y social (asociaciones interculturales que colaboran en la integración
de colectivos desfavorecidos, acciones artísticas promovidas desde el tejido
asociativo del voluntariado, fundaciones para la integración y la igualdad,
cooperantes en ONG, etc.).
Otro
ámbito donde las artes tienen un papel destacado en nuestras actuales
sociedades con relación
a
los sistemas políticos y sociales son las manifestaciones de “arte público”
como práctica interdisciplinar, también incorporada a las industrias del
espectáculo y el entretenimiento en formatos próximos a eventos de “democratización
cultural”. Las intervenciones urbanas buscan confrontar
y cuestionar la relación del ciudadano con el entorno, generando propuestas
tanto en el orden simbólico como en el práctico. Estas intervenciones están
configuradas en el ámbito de la experimentación de las prácticas artísticas
contemporáneas que investigan los imaginarios urbanos a partir de las fronteras
entre lenguajes, medios y contextos. Muchos de estos procesos colaborativos se
basan en la apropiación, pertenencia y resignificación del patrimonio material
e inmaterial urbano, siendo el arte público y relacional su plataforma de
operaciones.
Tales
procesos se fundamentan en la concepción ampliada de las artes como experiencia
y utiliza los
lugares (reales e imaginarios) como soporte para creaciones colectivas que
involucran a los ciudadanos,
impulsando la documentación de estos procesos y la apropiación crítica y
creativa.
El
arte en espacios públicos se escenifica en las ciudades como un ámbito para el “conflicto”
(más que
para un consenso que no siempre ofrece posibilidades de crecimiento) y su papel
reside en servir
como vehículo para la visibilización de discursos no usuales y de nuevas
expresiones culturales asociadas a lo urbano. Estas propuestas también incluyen
el arte en red o el arte colaborativo en el contexto de las relaciones
cotidianas y pretenden suscitar el debate respecto al futuro de las ciudades
como catalizadoras de vida, participación y compromiso comunitario, y
consecuentemente para decidir el lugar que los ciudadanos deben o quieren
ocupar en ellas (quizá porque lo “público” no siempre significa lo que es bueno
para todos en una sociedad cada vez más privatizada y exclusiva). La gestión
participativa de los espacios de ciudadanía que se (re)significan a través de las artes puede ser la evidencia
más notable de un desarrollo humano que se fundamenta en
un relato compartido que describe nuestras maneras de relacionarnos,
organizarnos, entendernos y representarnos.
Concretando
más en el ámbito educativo, las artes son favorecedoras de dinámicas de
integración escolar,
social y cultural (como ejemplo, entre otros muchos, podemos citar el programa
internacional MUS-E3), mediante propuestas relacionadas con
el fomento de actitudes para la tolerancia, la solidaridad y la convivencia
creativa que promuevan una conciencia crítica frente a los mecanismos de
exclusión social, y convertirse, a la larga, en un proceso consciente de
crecimiento individual y colectivo. Todo lo anteriormente citado son ejemplos
de respuestas a las demandas actuales que plantean la exigencia de imaginar
procesos sociales y educativos diferentes, en los que la educación artística
puede realizar importantes aportaciones en todo tipo de contextos humanos,
como espacio de reflexión crítica y también como territorio para el intercambio
y la promoción
del otro como portador de innovación, riqueza y diversidad (con relación a la
construcción de una identidad compartida, siempre en continuo tránsito, que no
debe entenderse como
competitividad, sino como colaboración en la proximidad).
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1 Las funciones terapéuticas de la
educación artística están actualmente en pleno auge y continúan desarrollándose
en numerosos ámbitos, incluido el de la educación. Existen numerosas
experiencias y estudios que inciden en los beneficios que poseen las artes para
la redefinición de las relaciones personales
y sociales, además de mejora del
estado psíquico y físico de las personas para educar, reeducar o transformar. 2 También es función de la
educación artística debatir y presentar el concepto de ciudadanía, cuyo sentido político y
cultural se relaciona muy directamente con actitudes de colaboración,
compromiso y reconocimiento. En este ámbito concreto, la ciudadanía genera
formas colectivas de subjetividad como expresión de la dimensión estética que
conlleva la participación activa en la producción de cultura.
Por
lo tanto, las funciones actuales de las artes son presentadas como una apertura
de opciones y
posibilidades que deben atender a las diferentes perspectivas y necesidades de
cada persona y colectivo
de referencia, sirviendo cada una de ellas para construir la realidad en sus
propios términos y mostrar al mismo tiempo las conexiones existentes:
Decididamente,
en este panorama de la experiencia humana no podríamos definir en la actualidad unas
funciones universales de las artes, sino más bien una serie de estrategias de
cómo cada persona o colectivo las aplica y contextualiza en su propio proyecto
de “construcción de la realidad” (el arte, como mediador de significados, se
produce en un contexto de relación y estos significados se construyen de
acuerdo con esta necesidad de interpretar la realidad). Estrategias que no solo
sirven para descubrir nuevas oportunidades, sino como una manera de concreta reelecciones
y asumir compromisos. Cuando las artes desempeñan esta función contextualizada en
cada situación de realidad, otorgan a lo individual una forma pública en la
cual pueden participar otros como manifestación e invitación a una construcción
colectiva de los significados.
De
este modo, la educación artística concreta y aplica las funciones que las artes
desarrollan en los
diferentes contextos de desarrollo, porque atienden a los valores y
manifestaciones culturales que
cada comunidad sustenta en representación de cada individuo y viceversa. En
esta misma dirección, afirma Elliot Eisner en La función de las
artes en la especie humana que las artes tienen como
función recordarnos que la apertura individual a una conciencia común produce
una recompensa cualitativa de humanidad. Es decir, la función de las artes en
cada contexto sería la “apropiación”
de los hábitos de percepción y de comportamiento para transformarlos en
posibilidades y opciones de vida (Eisner, 1994).
Por
todo ello, es sumamente importante que la educación artística contemporánea
continúe reflexionando acerca de su misión en todos estos nuevos ámbitos de
actuación, aceptando la incertidumbre que pudieran generar los procesos de esta
función transformadora de las artes. En esta relación, la educación asume unos
procesos donde las artes establecerán las respuestas (y las preguntas) en una
recíproca interdependencia.
“La función de las artes a través de la
historia cultural humana ha sido y continúa siendo una tarea de ‘construcción
de la realidad’. Las diferentes artes construyen representaciones del mundo […]
que pueden inspirar a los seres humanos para comprender mejor el presente y
crear alternativos de futuro. Las construcciones sociales que encontramos en
las artes contienen representaciones de estas realidades sociales que
contribuyen a la comprensión del paisaje social y cultural en el que habita
cada individuo”
(Efland, 2004, p. 229).
3 El programa MUS-E pertenece a la
Fundación Internacional Yehudi Menuhin, creada en 1991 para contribuir a una
educación ciudadana participativa desde el respeto a la diversidad y la
participación social, promoviendo la integración en ambientes desfavorecidos a
través de programas de educación artística.
“Sin contexto no existe significado” (Bateson, 2002).
ResponderEliminarLas artes no se pueden separar de los contextos históricos y sociales estos van de la mano en el desarrollo y evolución de la humanidad, por tanto no podemos apartarla de la Educación por el contrario es parte de la educación humana en la adquisición de los saberes culturales de todas las sociedades.