Cesar Antonio Araya Flores
Licenciado en Educación y Profesor de Educación Física
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¿FINANCIAMIENTO COMPARTIDO? OTRA
FORMA DE SEGREGACIÓN DEL
SISTEMA EDUCACIONAL CHILENO
Desde
hace algún tiempo me está dando vuelta en la cabeza una interrogante respecto
al sistema educacional chileno, el cual, según lo instruido hasta ahora, desarrolla
sistema económico de libre
mercado donde entrega a la los padres la
opción de elegir la educación para sus
hijos dentro de tres alternativas:
1.
Educación Municipal (gratuito)
2. Educación Particular subvencionado (el estado y la familia)
3. Educación Particular privado (la familia)
Los establecimientos de financiamiento compartido son establecimientos que se financian con aportes del Estado y de los padres, madres y apoderados, a través del pago de una mensualidad. La mayoría de estos establecimientos son Particulares, aunque también pueden incorporarse a esta modalidad de subvención los establecimientos de Educación Media Diurna administrados por Municipalidades o Corporaciones, cuando exista el acuerdo mayoritario de los padres, madres y apoderados.
2. Educación Particular subvencionado (el estado y la familia)
3. Educación Particular privado (la familia)
Los establecimientos de financiamiento compartido son establecimientos que se financian con aportes del Estado y de los padres, madres y apoderados, a través del pago de una mensualidad. La mayoría de estos establecimientos son Particulares, aunque también pueden incorporarse a esta modalidad de subvención los establecimientos de Educación Media Diurna administrados por Municipalidades o Corporaciones, cuando exista el acuerdo mayoritario de los padres, madres y apoderados.
Estudios nacionales sobre la temática de financiamiento compartido aún son muy
escasos, ello a pesar de que esta política tiene más de 20 años
implementándose, que recauda cerca de US$50 millones anualmente, que afecta a
más del 40% de la matrícula escolar y que conlleva, potencialmente, un conjunto
de importantes efectos negativos sobre el sistema educacional, los cuales pueden
tener mayor incidencia entre los niños vulnerables de nuestra sociedad. Efectos
que podrían explicar el por qué ningún país ha copiado ni pedido colaboración a
Chile para replicar nuestra política de cobro obligatorio a las familias que
asisten a colegios financiados por el Estado. Sería entonces; el financiamiento
compartido ¿una experiencia de educación
no válida de ser replicada en otras naciones?
A pesar de esto, y
durante los últimos años la idea de
eliminar el FC continúa siendo la bandera
de lucha de miles de estudiantes quienes exigen cambios sustanciales en la
educación chilena, los cuales, a las fechas aún no tienen un tienen resultado
claro por parte del actual gobierno y de los anteriores. Da la imprecisión que
ni los actuales candidatos y los gobiernos pasados saben exactamente qué se
debe hacer, por lo menos es la sensación de
los Chilenos comunes y de quienes nos interesa saber que va suceder.
Se ha puesto el problema de la segregación escolar como uno de los temas
fundamentales dentro del debate educacional y el financiamiento compartido ha
sido declarado el mayor responsable de originarlo considero que los colegios
municipales tienen un mayor número de alumnos vulnerables que los particulares
subvencionados con financiamiento compartido, pero esto no significa que éstos
estén expuestos a un ambiente más diverso, sino sólo que se concentran más en
un sector. Y qué ocurre entonces, con esos estudiantes más deprivados socioeconómicamente que no tienen la posibilidad de poder ser parte
de estas unidades educativas. Habría que tener presente que la segregación
comienza ocurrir desde que los niños y niñas se incorporan al sistema
educacional, la cual, la mayoría de las veces se encuentra sujeta a ¿cuánto?, ¿cómo? Y ¿dónde? van a cancelar sus padres u
apoderados los aranceles y sin dejar de lado las pruebas de admisión que la
mayoría de los establecimientos con FC
aplican para seleccionar o más bien segregar a los mejores y peores
alumnos.
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Por: María Cecilia Rodríguez
“LA EDUCACIÓN : ¿UN SUEÑO POSIBLE?.”
El “Informe de la Comisión
Internacional sobre la Educación para el siglo XXI”, pone de manifiesto la inquietante realidad del
mundo, cada vez más globalizado y
tecnificado.; bombardeado por la constante presencia de los medios de
comunicación masivos que, a diario, invaden la intimidad del ser humano,
alterando y debilitando la frágil convivencia con sus semejantes y su entorno
social; con una tecnología, en parte importante de países, accesible a gran
cantidad de personas y que debería estar al servicio de ellas y tendiente a
mejorar su calidad de vida.
Sin embargo, la realidad es muy distinta. Ha aumentado el descontento,
la desesperanza, el desequilibrio en la distribución de los beneficios y riquezas, en la calidad de
la educación y de la vida. La posible
obtención de mayores recursos, tampoco hace feliz al ser humano, pues está
basado en el “tener” y no en el “valer”.. Puede ser que el bien obtenido
satisfaga su necesidad momentánea, mas, no lo hace feliz.
En este contexto, cobra especial importancia el rol de la educación en
el mejoramiento de esta realidad y se hace urgente la necesidad de una reflexión sobre ella.
Sobre los principios que fundan su esencia, aquellos tendientes al desarrollo
integral del ser humano, que potencian todas sus capacidades, sin desmerecer
ninguna de ellas.
Es fundamental repensar la educación y entenderla como una de las vías
creíbles para superar estados deprivados cultural y socialmente, que facilita
la movilidad social, pero que, por sobre todo, permite al hombre encontrarse
con su humanidad, con sus semejantes, comprender su entorno y estar en armonía
con él. Que promueva aquellos valores
universales y permanentes que le permitan enfrentar los desafíos de este mundo
tan cambiante. Una educación basada en la equidad, el respeto, la justicia, la
tolerancia, el amor. Que sea capaz de
contribuir al bienestar de la persona, respetando su identidad. Un sistema
educativo que englobe la socialización, sin perder de vista la individualidad.
De acuerdo a lo planteado en el informe, cada uno de los factores y
agentes que involucran el aspecto educativo debe ser analizado exhaustivamente.
Cada uno de ellos debe asumir su rol responsablemente.
Se debe concebir la educación
como un todo, basada en sus cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser; tal como lo dice el
documento, apoyado en la teoría constructivista. Sólo así, se logrará el desarrollo
armonioso del ser humano. Pero, en este arduo camino, no se transita solo. Las
autoridades políticas, los directores, los docentes y los padres, apoderados y
estudiantes, deben asumir la
responsabilidad que le compete en ello.
En este sentido, de acuerdo a lo postulado en el Informe, se debe
fortalecer la educación básica, pues sienta las bases de la educación de
calidad; ella debe adaptarse a las realidades de cada país y población y contextualizar los contenidos en estudio. La
educación secundaria no debe ser entendida como definitoria ni definitiva, al
igual que la universitaria. Las universidades deben ofrecer múltiples
posibilidades de desarrollo intelectual y tienen que ser capaces de pronunciarse, con
autoridad, independencia y responsabilidad, sobre aspectos éticos y sociales.
Se debe promover el
perfeccionamiento docente y el trabajo en equipo, además de revalorizar su rol y estatutos.
La educación debe abrirse a la
ciencia y entenderla como un apoyo a la labor educativa, como un medio, no como
un fin en sí misma y, lo que es muy importante, la educación debe realizarse a lo largo de toda la vida; debe
ser permanente.
El adulto, el profesional, debería tener la posibilidad de volver a la
escuela, de estudiar nuevamente, de acuerdo a sus intereses y etapas de
desarrollo. Esto le permitirá replantearse el sentido de su existencia,
perfeccionar su arte , su dominio de competencias profesionales, mejorando, de
este modo, su calidad de vida.
Las políticas educativas deben considerar los recursos necesarios para
llevar a buen término las reformas educacionales y considerar que éstas no
tienen un efecto inmediato, sino a largo plazo, por tanto, no se debería estar,
continuamente, adoptando cambios,
desechando, como inválido, lo que, inmediatamente, no produjo frutos.
Personalmente, pienso que el “Informe de la Comisión ” abarcó las
diferentes aristas de la educación, pero no
considero una hermosa “utopía” la existencia de una sociedad más justa, tolerante,
respetuosa y equitativa, pues, si la consideramos de esta manera, entendiendo
que el término “utopía” alude a un lugar
que no existe, no tendrían sentido todos los esfuerzos y la energía utilizada en ellos, para mejorarla. Perderíamos de
vista la esencia de la educación y el
objetivo para el que fuimos formados como docentes.
Tengo la firme convicción de que ésta sí sería posible, en la medida en
que, en cada Estado, no se perdiera de vista que la humanidad sólo
progresará si convive solidaria y
armoniosamente entre sí y respeta y cuida su entorno. Si valora su cultura y la incentiva mediante
la creación e implementación de proyectos pertinentes.
Creo que, para lograr lo anterior, cada ente involucrado debe asumir la
responsabilidad de su rol, es decir, debe responder por sí mismo, por aquello
que le ha sido encomendado. El Estado debe ser garante de la educación y debe
ser capaz de crear políticas educacionales que estén en concordancia con las
sociales, que promuevan la integración, intercambio y asociación con otras
entidades y pueblos. Dichas políticas deben ser constantes.
Actualmente, en nuestro país, se han adoptado reformas educacionales que
no han estado acordes con los desafíos que se presentan cotidianamente. No han
logrado el objetivo propuesto, que es mejorar la calidad de la educación y
disminuir la brecha existente entre los diferentes estratos sociales. Esto no
debería suceder, puesto que la educación es un derecho de todo ciudadano y así
lo establece nuestra Constitución. Tal vez, esto ha ocurrido, porque se ha importado de otros países, no se
ha tenido en cuenta la realidad, se ha considerado a la educación como un bien
de consumo y, como tal, adscrito al mercantilismo, sometido a la ley de la
oferta y la demanda, sin considerar al ser humano, como tal, un ser individual
y social, con su cultura y aspiraciones de desarrollo integral.
Sí hay un incentivo “de palabra” a la educación. Se han realizado
proyectos de mejoramiento a la educación, pero no se han destinado los recursos
necesarios, ni los destinados, en muchos casos, cumplen el fin para el cual
fueron creados ni han sido sostenidos en el
tiempo. Además, en sucesivos gobiernos, el Estado ha asumido el rol de dador de
beneficios y no en creador de
oportunidades, estimulando, a través de la entrega de beneficios asistenciales,
el conformismo en desmedro del talento.
Finalmente, pienso que lo expuesto en el compendio del “Informe a la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo
XXI “ permite constatar que el gran anhelo de una sociedad más justa y
humanitaria,
en la que todos puedan acceder a una
educación igualitaria y de calidad, permanente en el tiempo, inclusiva y
respetuosa de las minorías, promotora de los valores éticos y democráticos, no ha muerto. Ese anhelo se vivenciará en la medida en que
cada actor o que cada componente de la sociedad, se comprometa a ejercer, adecuadamente, sus derechos de educador y de
educando sin omitir su deberes.
Tengo fe en la promesa incluida en el informe respecto al apoyo
constante de la Unesco
con la Educación
y su rol de garante y promotor del desarrollo de las personas a través del
sistema educativo y del intercambio cultural, entre los pueblos del mundo.
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Por: Juan Fernando Cortés Alucema
¿El SIMCE refleja realmente los procesos educativos de la educación chilena?
Al recibir cada año los resultados de la prueba SIMCE, los que trabajamos en algún equipo directivo, nos surge una especie de incertidumbre frente a los niveles de logro medidos en la prueba. ¿En qué nivel estos se han logrado o no, en la unidad educativa en la que trabajo y de la cual soy parte y responsable?
Si bien es cierto, el SIMCE como una prueba de medición externa, entrega algunos elementos con respecto a los aprendizajes que los estudiantes han logrado en un determinado nivel de su proceso educativo, remitiendo información acerca de los avances o retrocesos que los estudiantes obtienen.
En la historia del SIMCE en nuestro país los colegios celebran sus avances y se preocupan cuando los niveles de logro no alcanzan la media nacional en esta medición. Y cabe hacerse la pregunta ¿Qué estamos haciendo bien o qué estamos haciendo mal?
Estos resultados nos permiten hacer una comparación con los resultados del año anterior, y los resultados actuales nos permiten proyectarnos y plantearnos un desafío, con lo que queremos lograr con nuestros estudiantes.
El alza que muestran los resultados 2012 en Matemáticas reafirma la tendencia a la mejora ya observada en el SIMCE desde 2006.
Valdría la pena estudiar el tipo de experiencias de aprendizaje que tuvo esa generación de estudiantes.
Estos logros que puedan obtener, en una prueba de medición, refleja lo que lo estudiantes han aprendido en un determinado tiempo y etapa de sus vidas. La prueba SIMCE nos demuestra que en 4º básico los estudiantes aún muestran un nivel insuficiente de comprensión de lectura, y al 38% que no alcanza un nivel elemental en Matemáticas. Muchos de los niños y niñas siguen sin aprender lo que deberían, y esto debe ser el desafío que se plantea para la educación chilena y los que trabajamos en los equipos directivos y gestionamos el quehacer educativo en las salas de clases. Debemos ser capaces de generar estrategias para implantar prácticas pedagógicas que logren nivelar aquellos aprendizajes más descendidos de nuestros estudiantes, pero no solo a nivel del conocimiento, sino que también desarrollando otras habilidades que ofrece el curriculum y que están relacionadas con el saber hacer y el saber ser.
Es en este contexto en el que este año se entregan los resultados del SIMCE, en el marco de la nueva institucionalidad que se está gestando en donde el MINEDUC, realice todas las funciones de fiscalizar, generar planes y programas, evaluar, entregar resultados, etc.
Si bien cierto hay que reconocer que las pruebas de medición del SIMCE han recorrido un largo camino en la historia de la educación chilena desde hace ya 25 años, en donde poco a poco se ha ido implementando esta prueba al termino de cada período (2°, 4°, 6°, 8°, etc.)
El desafío que plantea esta prueba es constatar si realmente mide los logros y avances de los estudiantes, en el proceso educativo, pero no solo en cuanto al conocimiento sino que también evalúe y mida aspectos que tengan que ver habilidades de saber hacer, aplicar, inferir, reflexionar, emitir juicios, opinión, expresión escrita, resolución de casos, etc.
El SIMCE no solo debe evaluar los niveles de aprendizaje de los estudiantes, sino que también debe reflejar el proceso de enseñanza de manera integral y no solo en el aspecto cognitivo de nuestros estudiantes ya que de esa forma no solo se evalúa un aspecto del curriculum, si no que permite tener una mirada más integradora de la formación de nuestros estudiantes.
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M. Elena Osorio Echeverría
PROGRAMAS
DE INTEGRACIÓN EN CHILE:
¿SON
UN DESAFIO DEL GOBIERNO O DE TODA UNA
SOCIEDAD?
La
Educación Especial en Chile tiene su historia, pero es en estas últimas décadas
donde se da mayor énfasis, incluyendo nuevos conceptos, como integración e inclusión, (este último es un tremendo salto que todavía
no estamos listos para dar). Chile es participe de acuerdos y lineamientos internacionales. Es interesante que como país
nos comprometemos con la propuesta que la UNESCO (1988) plantea sobre este tema
que vale la pena mencionarlo: ”Se proyecta y reconoce una Educación integrada,
en la rehabilitación de base comunitaria, fundamentada en una educación y
formación real y económicamente eficaz para las personas discapacitadas”, dentro
de un marco de estrategia mundial.
Pero
en qué, etapa nos encontramos como país
frente al tema de la integración, se han
aplicado diversas políticas públicas
focalizadas en el ámbito de la integración escolar, ampliando e incluyendo dentro de la modalidad de Educación
Especial, los Programas de integración escolar, en la Educación
General Básica, E. Media, y Superior, elaborando normativas, siendo la más cercana, el Marco de la Ley 20,201 y su
decreto N° 170, dónde se modifican
lineamientos y ordenamientos, incluyendo
conceptos como la definición de Necesidades Educativas Especiales (NEE), financiamiento
(subvención), reglamentos y
procedimientos.
Actualmente
en Chile son 300.000 estudiantes que
pertenecen a Programas de integración, según datos MINEDUC 2013. Ya con esta
cifra se puede hablar de grandes recursos involucrados a nivel, humano,
insumos, infraestructura, etc. si nos referimos a lo cuantitativo, pero si analizamos
lo cualitativo, qué pasa en este
aspecto, en la práctica, en el cotidiano de cada establecimiento, que ejecuta o
intenta aplicar estos programas de integración, ¿se ha podido evaluar su impacto? ¿Los resultados se
han analizado a la luz de cada establecimiento o a un nivel más macro? Por experiencia propia y
evidencias recogidas en el ejercicio diario de trabajar en esta área, se
aprecian ciertos ripios.
Se
intenta dar un enfoque de respeto y valoración a la diversidad, pero nos encontramos con
nudos o barreras tan fundamentales como la formación docente, tanto para el
profesional de apoyo (educador diferencial, psicólogo, fonoaudiólogo, asistente
social, kinesiólogo etc. ), como para el
profesor generalista y el docente
especialista de E. Media y superior,
donde no se logra transitar con una
pedagogía inclusiva y holística, sino
por el contrario, con visiones,
formaciones, prácticas, orientaciones, criterios y enfoques discretos, con
escasas herramientas para enfrentar la formación educativa con personas con NEE; insistiendo todavía en
un enfoque clínico más que de enseñanza- aprendizaje; Además de tropezar con equipos directivos que no
incluyen o no lo consideran dentro de su PEI, sino son, casi un apéndice del
centro educativo, cuando podrían ser una herramienta y fortaleza de su proyecto
educacional, más cuando el MINEDUC habla
y focaliza en resultados y siendo medidos por evaluaciones externas (SIMCE,
PSU), habría discusión para rato. Pero es aquí donde podemos dar cuenta que
estas políticas no son sólo responsabilidad de un gobierno sino de una sociedad
entera: Universidades, Familia, centros de perfeccionamientos, Equipos
directivos, empresas etc.
Sabemos
que el fin es lograr una escuela efectiva, que en sí misma sean inclusivas e
integradoras, con un liderazgo transformacional, con enfoque en el aprendizaje, que tiene como
principio, que todos los estudiantes puedan aprender, ofreciendo y creando
oportunidades a los alumnos, profesores, profesionales y familia, planteando altas
expectativas de logro. Por tanto es tarea de todos, y no de algunos, es de toda
una sociedad, que debe cambiar su mirada, dirigiéndola a una visión más
inclusiva y menos desintegradora e
individualista, sino buscando el bien común de todos y no de algunos.
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Por: María
Cecilia Rodríguez
¿LAS POLÍTICAS PÚBLICAS, EDUCACIONALES Y UN ESTILO DE LIDERAZGO TRANSFORMACIONAL PEDAGÓGICO DE UN DIRECTOR, GARANTE DE UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD Y EQUIDAD?
Al
momento de preguntarme acerca de las estrategias que el país implementa para
alcanzar el desarrollo, la educación se me viene a la mente como una variable
fundamental y me hacen eco los discursos políticos que hablan de diseño e
implementación de políticas educativas,
que generen sistemas capaces de acortar las brechas existentes dentro de los
distintos grupos sociales y para ello, proponen potenciar el capital humano
requerido para el desarrollo social y económico; pero son discursos muy bonitos
que se los lleva el viento y generan discusión en la ciudadanía.
El
informe de la Comisión Internacional
sobre Educación para el siglo XXI, me permite darme cuenta que la sociedad a la
cual pertenezco está cada vez más
globalizada, tecnológica y bombardeada por los medios de comunicación masiva
e invasivos de nuestra intimidad, esto ha producido un
desequilibrio en el entorno sociocultural. Si la educación que reciben nuestros
estudiantes no es de calidad, ellos no podrán superar sus estados deprivados cultural y socialmente, afectando
gravemente la movilidad social de las personas.
La
discusión general sobre las necesidades de cambio, produjo un diagnóstico
socialmente compartido y que era necesario mejorar la calidad y acceso
equitativo a los beneficios que la educación esta llamada a otorgar a todos los
chilenos.
Desde
la sociedad en proceso de modernización y democratización, se demanda no solo
mejor educación sino otra educación, los desafíos que convocan a la educación,
no pueden definir a la reforma solo como un intento de mejoramiento de calidad,
sino como una propuesta de cambio de cualidad. La reforma de 1981 opero sobre
el supuesto que la calidad de la educación aumentaría en la medida que se
consolidaran las reformas de descentralización, de manera profunda al sistema,
terminándose con el estado docente, sin ver mejora sustantiva en la calidad de ella.
Las políticas
educativas deben considerar los recursos necesarios para consolidar las
reformas educacionales y que los frutos se vean a largo plazo, por tanto no se
deberían estar continuamente realizando cambios sino ha existido una evaluación
de las trayectorias educativas.
Se debe concebir
la educación como un todo basado en sus cuatro pilares: Aprender a conocer,
aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser; apoyado en el
constructivismo.
Las autoridades
políticas, directores y docentes deben asumir la responsabilidad que les
compete, para que la educación que
reciban nuestros estudiantes sea de calidad y equitativa, lo principal es que
sea para todos sin distinción, lo que
nos acerca a la frase planteada en la conferencia mundial realizada en Jomtiem
en 1990, que hace referencia a la “educación
para todos”.
Además el estado
debe ser garante de la educación, creador de políticas públicas y educacionales que estén en concordancia con
lo social, debe promover una educación integradora e inclusiva desde los primeros años de escolaridad,
fortalecer la educación básica, pues sienta las bases de la educación de
calidad, ella debe adaptarse a las realidades de cada rincón de nuestro país,
contextualizando los contenidos en estudio.
Se deben
implementar políticas públicas sobre el perfeccionamiento docente permanente,
además de revalorizar su rol y estatutos.
Creo que para
lograr una educación de calidad para todos, cada persona involucrada en este proceso,
debe asumir la responsabilidad de su rol, es decir, debe responder por sí
mismo, por aquello que le ha sido encomendado.
Los directores
deben ser profesores que ejerzan un liderazgo transformacional y pedagógico desempeñando
una dirección eficaz, factor esencial en el funcionamiento de una
escuela de calidad.
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