"Aportaciones de Investigaciones recientes en el ámbito educativo, contextualizadas en el continente americano"

De acuerdo a lo planteado por el escrito de Dennis Sherley y Andy Hargreaves  sobre “La Cuarta vía de liderazgo y cambio en América Latina: Perspectivas en Chile, Colombia y Brasil”, vemos que  nuestro país (Chile), se encuentra en el tránsito de las primeras tres vías, con el ejercicio de un sistema político económico “neo-liberal”,  este sistema político está subordinado al sistema económico, esta acción promueve que nos mantengamos entre las vías 2 y 3, sin poder pensar llegar a la cuarta vía que proponen los autores, debido al gran proteccionismo hacia las grandes empresas, quienes están alejadas de los intereses y necesidades de la gente. Un modelo que acrecentó la desigualdad e inequidad educativa entre otros (social, salud, cultural etc.) desvirtuando las aspiraciones sociales, con una gran pérdida de la dignidad y aspiraciones de las personas, provocando injusticia y des-humanización sin poder recuperar la visión de servicio social, ¿podemos crear o estamos preparados para espacios públicos que favorezcan un sistema educacional más inclusivo socialmente?... actualmente no, para ello debemos trasformar o intervenir en el ámbito político a nivel de Estado, ya que esta situación no pertenece a un gobierno de turno sino a TODOS los chilenos; debe ser tarea de la nación entera, para lograr  provocar un movimiento social  tal que  permita mejorar o perfeccionar lo que ya se está haciendo, como incorporar nuevas o mejores políticas públicas, para  esto, es necesario establecer un sistema democrático que no sólo  beneficie a la “élite” o  los “vulnerables” (asistencialismo), sino a toda una sociedad mediante una descentralización,  permitiendo recuperar la confianza en la clase política, desde esta línea podemos pensar en establecer que se darán espacios para definir un sistema educativo más inclusivo sin esto, sólo será buenas intenciones.

Ahora, ¿están los espacios de participación  para los estudiantes y padres, frente a la reforma educacional?, nos damos cuenta que existen graves barreras que impiden la participación directa e indirecta, algunas  de  ellas son:  la centralización, variados cambios de reformas educacionales, siendo estos repentinos,  realizados y ejecutados por técnicos (alejados o no involucrados directamente en la educación) y peor aún, sin alcanzar  evaluar el impacto de estas entre los estudiantes, comunidad educativa y por tanto en las familias.
Los canales de participación no se acotan sólo  a consultar ni entregar información a estos actores importantes, sino es fundamental la participación ciudadana en las decisiones y acciones que plantee y  desarrolle el sistema político,  en función de las reformas educacionales que se apliquen o incorporen en nuestra sociedad chilena, es indispensable  involucrar a las personas, para que estas acciones se sostengan, desarrollen y se logre transformar la educación a lo que realmente se quiere aspirar, una educación inclusiva.

Para que Chile pueda explorar una mayor y amplia  re-definición del aprendizaje y la enseñanza desde enfoques estandarizados a procesos respetuosos y conscientes basados en la dignidad mutua de profesores y estudiantes, se debe modificar el sistema político económico, no podemos seguir insistiendo en un sistema que incentivó a la inequidad y desigualdad, para poder enfrentar con éxito  los nuevos desafíos de siglo XXI, debe existir un trabajo cooperativo  y colectivo, con fuerte compromiso público en el sistema educacional. Mediante un trabajo de Estado, que fomente la profesión docente comprometida no solo en el desarrollo intelectual , sino considerando el ámbito afectivo y social del estudiante; con una visión inclusiva e inspiradora, con docentes de alta calidad, humanizados, desarrollando  políticas públicas educativas descentralizadas y no estandarizadas, siendo estás inclusivas.

Se debe desterrar el lucro de la Educación Chilena, desarrollando un trabajo colaborativo entre las empresas y el sector social, buscando el beneficio directo del ciudadano no como cliente sino como individuo con necesidades y características personales y culturales, respetando la naturaleza humana, sobre poniendo  valores como la solidaridad, comunidad, trascendencia, moral sobre intereses mercantiles e ideológicos o fuerzas de poder, de  un grupo de ciudadanos con “ventajas”.

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